Cuando un gato, cachorro o adulto, llega a nuestra casa, debemos intentar que se encuentre a gusto y que el estrés que le supone el cambio de ambiente desaparezca cuanto antes. Lo más importante en estos casos es siempre no forzar la situación: todos los habitantes de la casa tienen ganas de acariciar al gato, cogerlo en brazos, mimarlo… pero muchas veces el gato no desea ser manipulado. Lo mejor es esperar a que sea el mismo gato el que se aproxime a nosotros, cosa que generalmente sucede muy pronto.
La comida
Si el gato es cachorro (menor de un año) conviene que lo alimentemos con pienso especial para cachorros (“piensos kitten”) que están especialmente formulados para proporcionar todos los nutrientes necesarios al gato que está creciendo. De vez en cuando es conveniente ofrecerle alimento húmedo (latas, bocaditos en salsa) que, además de proporcionarle un mayor aporte de agua suelen resultarles muy apetitosos. Si el gato es adulto, lo mejor es averiguar qué pienso estaba comiendo y ofrecerle el mismo o realizar el cambio a otro de manera gradual. El gato debe tener siempre agua limpia para beber, la cual conviene cambiar todos los días.
La bandeja y la arena
Debemos colocar la bandeja de arena en un lugar discreto y apartado del paso, puesto que al gato no le gusta hacer sus necesidades en público.
La malta
Los juguetes
La higiene
Los gatos son animales muy limpios, pasan gran parte del día acicalándose.
Aún así, podemos ayudar en esta tarea realizando un cepillado periódico con un peine o cepillo adecuado. Esta acción resulta placentera para la mayoría de los gatos y en los de pelo largo además es necesaria para evitar la formación de nudos.
No es cierto que a los gatos no les guste el baño, a algunos les encanta. Podemos bañar al gato de vez en cuando, no más de una vez cada dos meses, siempre con un champú adecuado para su piel. Después, es conveniente secarlo con secador, y aunque esto puede desagradarles, si se acostumbran desde jóvenes lo toleran bien.
La visita al veterinario
La importancia de las vacunas en el gato
La prevención de enfermedades es siempre más sencilla que el tratamiento, más cuando en ocasiones no existe terapia para ciertas dolencias.
El gato es muy sensible a procesos víricos que afectan al aparato respiratorio. Estas enfermedades pueden prevenirse fácilmente mediante la administración de vacunas. Otras enfermedades felinas comunes producen inmunosupresión y alteraciones de las células sanguíneas y no tienen curación, sin embargo existen vacunas que protegen al gato de contraerlas.
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