viernes, 20 de abril de 2012

El miedo a los ruidos


 
El miedo a los ruidos (o incluso la fobia a los ruidos, cuando este miedo es extremo) es más común de lo que podemos pensar y son muchos los animales de compañía que presentan este problema. No todos los animales que lo sufren reaccionan del mismo modo, de modo que podemos observar reacciones variadas entre unos y otros. Los gatos que tienen miedo suelen esconderse mientras que los perros son más propensos a ir corriendo a refugiarse, bien al lado del dueño o bajo algún lugar donde se sientan protegidos, también pueden quedarse paralizados o temblar, gemir, e incluso defecar. 

Los ruidos que más ponen en evidencia al perro o gato que sufre miedo son las tormentas y los fuegos artificiales o los petardos. Parece ser que, en el caso de las tormentas, hay ciertos animales muy sensibles a los cambios de presión atmosférica o a los campos electromagnéticos que se producen durante este fenómeno meteorológico. En cuanto a los fuegos artificiales y petardos, no sólo existe un fuerte ruido, sino que es totalmente inesperado, muy frecuente en poco tiempo y de noche, por lo que todas estas circunstancias a la vez pueden aumentar la ansiedad del animal.
Parece ser que hay cierta predisposición racial (Basset Hound, Beagle, Collie y Pastor Alemán) y cierta predisposición en las hembras, si bien no hay estudios concluyentes en este sentido.

¿Qué podemos hacer?

Nunca debemos cogerlo en brazos, protegerlo en exceso, mimarlo, acariciarlo o hablarle con voz suave. Aunque estas actuaciones puedan ser lo que nos parece que el perro necesita en ese momento, en realidad estamos premiando al animal por su conducta de miedo, reforzando de este modo el comportamiento que tiene en ese momento (gemidos, lloros, temblores…). Así, estamos en verdad potenciando el miedo y facilitando que la próxima vez el perro tiemble, gima y se asuste todavía más.

Lo que sí podemos hacer es permitir el acceso del perro a un lugar donde él se vea seguro (debajo de la cama, en casa, en su cama…). Si estamos en el exterior es importante llevarlo atado para que no salga corriendo asustado (posibilidad de pérdidas, accidentes, etc). Por último, y esto es más difícil dada la naturaleza de la causa del miedo, es evitar que el perro se vea expuesto a ruidos fuertes. 

Cuando el problema es serio porque el miedo es desproporcionado, entonces debemos acudir al veterinario, que es el que nos puede asesorar tanto en terapia de modificación de conducta (existen técnicas de desensibilización que requieren normalmente largos periodos de tiempo), como en tratamientos con fármacos (generalmente ansiolíticos) u otros tratamientos naturales (feromonas, derivados de la caseína, piensos especiales).

viernes, 13 de abril de 2012

Las uñas del gato - Mi gato lo araña todo


No son infrecuentes las quejas que recibimos a veces los veterinarios de parte de propietarios de gatos, porque los “mininos” afilan sus uñas en el mobiliario de la casa, se cuelgan de las cortinas y lo arañan todo.
Este tipo de comportamiento de los gatos acaba generando serios problemas de convivencia con los humanos ya que a nadie le hace gracia ver deshilachada la tapicería de su sofá nuevo, sin embargo es un comportamiento natural y necesario para estos animales.



Los gatos no rascan los marcos de las puertas, el sillón o las patas de las sillas por fastidiarnos, lo hacen como un comportamiento natural de marcaje, tanto visual como, sobre todo, olfativo, pues en los dedos tienen glándulas que producen secreciones olfativas y que impregnan aquellos lugares donde rascan. Si estuviesen en libertad rascarían troncos de árboles y no nos molestarían tanto.


Existe una técnica quirúrgica que consiste en extirpar las uñas (exungulación o deungulación) mediante una operación. Hay profesionales a favor y en contra de este tipo de solución. En la Clínica Veterinaria Palomera estamos en contra de esta práctica, porque al fin y al cabo se trata de una amputación dolorosa, que provoca que el animal deba aprender a caminar de nuevo, varíe su comportamiento y se vuelva torpe; cuando hay alternativas más satisfactorias para ambas partes (humano y felino) que no pasan por una solución tan drástica y traumática.
Estas soluciones consisten en acostumbrar al animal desde su llegada a casa a afilarse las uñas en un rascador o un lugar donde no nos moleste que lo haga. Esto puede conseguirse a través de juegos, de manera que el rascador se irá impregnando de los olores de las glándulas interdigitales del gato y con el tiempo acudirá a ese punto siempre que quiera afilar sus uñas.
El modo de evitar que dañe muebles es impedir en la medida de lo posible que los marque desde pequeño, a veces puede funcionar envolver temporalmente el lugar donde no queremos que el animal rasque con algún material que le provoque rechazo tocar.


Existen materiales en el mercado y sprays con feromonas felinas que atraen a los gatos, podemos ayudarnos de ellos para reconducir el lugar en el que permitiremos que el gato pueda rascar.
El otro punto fundamental es mantener las uñas del gato cortas, para ello existen cortaúñas específicos en el mercado, puesto que las uñas de los gatos son cilíndricas a diferencia de las humanas que son planas (los cortaúñas de personas pueden astillar las uñas del gato). Si desde temprana edad el gato se acostumbra a dejarse cortar las uñas y establecemos esta rutina se convertirá en algo menos molesto que ver el sofá arañado para nosotros y menos doloroso que vivir amputado para el gato.

El cortar las uñas al gato es sencillo, solamente hay que tener un poco de maña y dedicación y el veterinario puede enseñaros a hacerlo. Se presiona ligeramente el dedo del gato, esto hace que la uña (que es retráctil) salga por completo, identificamos en qué zona terminan los tejidos “vivos”, para respetarlos y no pellizcarlos con el cortaúñas (puesto que le haríamos daño y las siguientes veces el gato tendría miedo) y cortamos.
La convivencia entre seres educados siempre es más fácil, así pues si educáis a vuestro gato desde el principio todos compartiréis la casa de un modo más satisfactorio sin tener que llegar a soluciones extremas y dolorosas.
[Fuentes: “El Gato: manejo y cuidados” M. Cinta Mañé- 2002, Consulta de Difusión Veterinaria.
                     “El gato en casa” revista nº28- marzo 2011, publicación cortesía de Royal Canin]