sábado, 6 de agosto de 2011

Un nuevo gato en casa




Cuando un gato, cachorro o adulto, llega a nuestra casa, debemos intentar que se encuentre a gusto y que el estrés que le supone el cambio de ambiente desaparezca cuanto antes. Lo más importante en estos casos es siempre no forzar la situación: todos los habitantes de la casa tienen ganas de acariciar al gato, cogerlo en brazos, mimarlo… pero muchas veces el gato no desea ser manipulado. Lo mejor es esperar a que sea el mismo gato el que se aproxime a nosotros, cosa que generalmente sucede muy pronto.

La comida
Si el gato es cachorro (menor de un año) conviene que lo alimentemos con pienso especial para cachorros (“piensos kitten”) que están especialmente formulados para proporcionar todos los nutrientes necesarios al gato que está creciendo. De vez en cuando es conveniente ofrecerle alimento húmedo (latas, bocaditos en salsa) que, además de proporcionarle un mayor aporte de agua suelen resultarles muy apetitosos. Si el gato es adulto, lo mejor es averiguar qué pienso estaba comiendo y ofrecerle el mismo o realizar el cambio a otro de manera gradual. El gato debe tener siempre agua limpia para beber, la cual conviene cambiar todos los días.
La bandeja y la arena
Debemos colocar la bandeja de arena en un lugar discreto y apartado del paso, puesto que al gato no le gusta hacer sus necesidades en público.
Existen bandejas cubiertas a las que el gato accede por una trampilla y que además tienen un filtro que disminuye mucho los posibles olores. La bandeja tampoco debe estar cerca del comedero y bebedero del gato. El tipo de arena es importante también para el gato y para la limpieza de nuestra casa. Las arenas tipo polvo (suelen ser las más baratas) ensucian mucho y en ocasiones pueden afectar a la salud de nuestro gato (toses, estornudos). Hay otro tipo de arenas, como las aglomerantes o las de piedras de sílice. Las aglomerantes son piedrecillas que, al orinar el gato, se apelmazan de forma que se puede retirar sólo donde ha caído la orina. No levantan polvo y el tacto les gusta a la mayoría de los gatos. Las de gel de sílice son cristales que absorben muy bien la orina y disminuyen mucho el olor de las heces. Las piedras se van poniendo amarillas a medida que se van impregnando y esto nos indica cuándo debemos cambiarlas. El único inconveniente es que a algunos gatos no les gusta hacer sus necesidades en este tipo de sustrato.

La malta
Los gatos, al acicalarse, tragan pelos. Estos pelos pueden acumularse en el estómago y hacer una especie de “pelotas” (bolas de pelo) que pueden provocar vómitos al gato o en el peor de los casos producir una obstrucción intestinal. Por ello es conveniente que le ofrezcamos a nuestro gato malta. La malta suele presentarse en una pasta que viene dentro de un tubo (como los envases de pasta de dientes) y que suele encantarles a todos los gatos. En los gatos de pelo corto suele ser suficiente una dosis a la semana y en los de pelo corto todos los días o a días alternos.
Los juguetes
Los gatos son animales muy activos que necesitan mucho tiempo de juego. Muchas veces se entretienen ellos solos (corren, saltan, “cazan”…) pero siempre conviene dedicarles un tiempo y jugar con ellos de vez en cuando. Para ello podemos utilizar pelotas que hagan ruido, ratones de juguete, diversos juguetes con cuerdas que hay en el mercado o incluso recurrir a la típica “pelota de papel de aluminio” que tanto les gusta.
La higiene
Los gatos son animales muy limpios, pasan gran parte del día acicalándose.
Aún así, podemos ayudar en esta tarea realizando un cepillado periódico con un peine o cepillo adecuado. Esta acción resulta placentera para la mayoría de los gatos y en los de pelo largo además es necesaria para evitar la formación de nudos.
No es cierto que a los gatos  no les guste el baño, a algunos les encanta.  Podemos bañar al gato de vez en cuando, no más de una vez cada dos meses, siempre con un champú adecuado para su piel. Después, es conveniente secarlo con secador, y aunque esto puede desagradarles, si se acostumbran desde jóvenes lo toleran bien.
La visita al veterinario
Por último, es de gran importancia que realicemos una visita al veterinario. Los gatos necesitan cuidados médicos igual que si fueran un niño: las vacunas. El veterinario hará una exploración completa del gato para ver que no presenta ningún problema de salud y nos recomendará un plan de desparasitaciones y vacunaciones adecuado para evitar que nuestra mascota enferme. Además, podremos preguntarle todas las dudas que tengamos respecto a cualquier aspecto de la vida del gato (corte de uñas, celo de la gata, pulgas…).
La importancia de las vacunas en el gato
La prevención de enfermedades es siempre más sencilla que el tratamiento, más cuando en ocasiones no existe terapia para ciertas dolencias.
El gato es muy sensible a procesos víricos que afectan al aparato respiratorio. Estas enfermedades pueden prevenirse fácilmente mediante la administración de vacunas. Otras enfermedades felinas  comunes producen inmunosupresión y alteraciones de las células sanguíneas y no tienen curación, sin embargo existen vacunas que protegen al gato de contraerlas.

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